«ME ENCERRÉ EN EL BAÑO, COGÍ UNA CUCHILLA Y DECIDÍ QUE ERA EL MOMENTO. SENTÍA QUE NO AGUANTABA MÁS Y QUE EL RESTO DE LA GENTE TAMPOCO PODÍA MÁS. PENSÉ: LO HACES Y PUNTO, Y SE ACABARON LOS PROBLEMAS PARA TI Y PARA TODO EL MUNDO»
RAQUEL GÓMEZ | 12 de abril, 2021
María es una chica de 28 años a la que se le fue diagnosticada una depresión en el año 2019, tras varios pensamientos suicidas y un intento de quitarse la vida. Después de casi dos años de terapia y pastillas, se encuentra en un momento de mejora y decide contar su historia para poder así ayudar a dar visibilidad a una enfermedad a la que considera se le da mucha menos importancia de la que tiene.
No sé qué o cómo puedo preguntarle a una persona con depresión sin sonar frívola o ignorante, pero ¿cómo empezó todo o cómo o cuándo te diste cuenta de lo que te estaba pasando? ¿Cómo fue el principio de todo?
Es algo que viene de muy atrás, tampoco me voy a meter en lo que lo provocó, porque cada persona es un mundo y a cada uno se lo provoca una cosa. En mi caso, las cosas que me afectaban las iba metiendo a un vaso y llegó un momento en el que el vaso empezó a rebosar y me di cuenta de que ya no estaba bien.
¿Y pediste ayuda?
En un principio no pedí ayuda en ningún momento, lo mío surgió porque gente muy cercana a mí empezó a notar que yo no estaba bien. Mi madre, con la que por aquel entonces discutía muchísimo, sabía que me pasaba algo pero no sabía cómo ayudarme y yo tampoco dejaba que lo hiciera porque estaba encerrada en mi mundo y no dejaba que nadie entrara en él. Fue ella la que habló con una persona que en ese momento era muy importante para mí, y la primera persona con la que me abrí fue con esta persona que te digo. Al escuchar sus palabras y consejos y viendo que mi vaso ya había rebosado, sabía que tenía que ir al médico. Y fui.
¿Y ahí tus síntomas cuáles eran, sentías que habías ido metiendo cosas al vaso pero qué síntomas tenías?
Yo ese día ya estaba en la m****a, me levantaba por las mañanas y decía si es que no sé qué hago en este mundo, en este momento no hago nada en el mundo, estoy aquí por estar, soy como un ente que está aquí por estar, lo único que hago es j***r a todo lo que está a mi alrededor. Y eso era un sentimiento con el que yo me levantaba y me acostaba cada día.
Pero de la noche a la mañana tú no te levantas con ese sentimiento.
No, claro. Por eso te digo que no te sé decir el día exacto que me empezó a pasar esto. No tenía trabajo, no hacía nada con mi vida y eso sumado a otras cosas personales que me habían pasado, llegó un momento en el que dije qué hago aquí, qué es lo que hago yo en la vida. Y realmente yo sentía que no hacía nada. No llegas un día de la noche a la mañana y piensas me voy a quitar la vida.
Pero me consta que sí lo has pensado alguna vez en este tiempo.
Sí, muchísimas.
¿Crees que puede haber gente que piense que si de verdad te hubieras querido quitar la vida lo habrías hecho?
De eso quería hablarte, sé que hay gente que lo ha pensado y que cree que he utilizado ese tema para amenazar, asustar o llamar la atención. Yo he tenido que escuchar literalmente que nunca iba a hacerlo porque las personas que lo hacen, no lo cuentan, que cuando lo quieren hacer, lo hacen. Y esa es la primera mentira sobre este tema, si tú te informas, más del 90% de la gente que se suicida, lo avisa y alguien de su entorno lo sabe. Y si tú mañana o cuando salga la entrevista vas a la gente de mi entorno, a amigos, a personas con las que yo me llevo muy bien, muchos no lo saben. Y entre los pocos que lo saben, como puedes ser tú, te enteraste cuando ya llevaba un tiempo medicándome, lo había pensado muchas veces y ya lo había intentado. Esa es una de las frases que llevo marcada y la voy a llevar marcada para siempre, el no lo vas a hacer porque nos has avisado y es simplemente por llamar la atención. Duele muchísimo.
Claro y después de que te dijeran eso lo pensarías con más ganas...
Obviamente. Tú a una persona que quiere hacer eso que le digas que lo quiere hacer por interés o que es mentira, es lo peor que le puedes decir. Y encima si eres alguien cercano a esa persona y esa persona tiene tu opinión como la mejor opinión del mundo, que le digas eso, la hunde en la miseria.
¿Y qué te frenaba para que no llegaras a hacerlo?
Creo que he sido muy cobarde, le temía muchísimo a la muerte. Yo quería hacerlo pero me daba cosa que no saliera bien, porque no todo el mundo que se quiere suicidar termina muriéndose. Pensaba: y si encima de hacerlo, lo hago mal y todavía fastidio más a la gente, ¿qué va a pasar conmigo una vez que lo haga? Quizá lo que más me echaba para atrás era que pensaba en algunas personas y en qué iba a pasar con ellas si yo lo hacía.
Tu madre por ejemplo...
Sí, claro. Pero aún así yo me iba a la cama pensando en que lo tenía que hacer. De hecho para toda las veces que lo he pensado, lo he intentado muy pocas veces porque realmente intentarlo intentarlo de verdad, sólo lo he intentado una vez.
¿Y estar a punto?
Muchísimas, no te sabría decir cuántas.
Y esa vez, ¿cuándo fue?
Hace casi tres años.
¿Y qué fue lo que hiciste?
Me encerré en el baño, cogí una cuchilla y decidí que era el momento. Sentía que no aguantaba más y que el resto de la gente tampoco podía más. Pensé: lo haces y punto, y se acabaron los problemas para ti y para todo el mundo.
Hablas con la gente y la gente piensa que quien se suicida es muy cobarde, yo no creo que sea así, yo opino todo lo contrario: que la gente que se suicida es muy valiente. Y yo fui poco valiente, no me atreví a hacerlo y aunque a día de hoy no me arrepiento, en ese momento me arrepentí muchísimo y me sentí muy cobarde, todavía me culpaba más por pensar que encima no era ni capaz de hacerlo.
Se me ponen los pelos de punta...¿Qué crees que te frenó?
No lo sé, me metí en el baño con el móvil y cuando ya tenía la cuchilla en la mano, me vibró. Nunca tengo el móvil en vibración y no sé por qué ese día sí. Lo cogí y tenía un mensaje en el que ponía: yo también te quiero. Era de una de las personas a las que yo le había mandado un mensaje de despedida, pero su respuesta fue esa, que también me quería, realmente ni se había enterado de que era un mensaje de despedida.
¿Cómo que un mensaje de despedida?
Envié un mensaje donde decía a las personas que se lo envié que las quería mucho, que de verdad que nunca jamás lo olvidaran, no me acuerdo exactamente lo que puse pero fue algo así, no fue un párrafo enorme ni nada.
¿Y cuando lo leíste paraste?
Sí.
¿Crees que fue por eso o crees que tampoco habrías sido capaz si no te llega a vibrar el móvil?
Pues no lo sé, no sé qué hubiera pasado, pero yo ese día estaba convencidísima.
¿Y qué hiciste?
Ponerme a llorar.
¿Pero soltaste la cuchilla?
Sí, la dejé y me puse a llorar.
¿Te has autolesionado alguna vez?
Sí, no con motivos ya de quitarme la vida pero lo he hecho. Me he cortado el brazo, por ejemplo.
¿Para comprobar si te atrevías a hacer más?
No, no. Para mí era un tema de relajación. Yo estaba todo el día sufriendo por dentro, sentía un dolor constante y utilizaba hacerme daño, autolesionarme cortándome para que me dejara de doler. Me relajaba muchísimo. No puedo explicar el sentimiento que tenía, yo sentía dolor porque mi cabeza estaba constantemente es que no haces nada aquí, no haces nada en el mundo, lo mejor para ti y para el mundo es que dejen de preocuparse por ti, en el momento que tú no estés aquí van a sufrir igual una semana y ya está pero van a seguir sus vidas. Ese era mi sentimiento, y como sentía que era una cobarde que no era capaz de hacerlo, el autolesionarme me servía primero para dejar de sentir dolor porque obviamente me hacía daño pero tampoco lo sentía mucho, y segundo para relajarme.
¿No se te veían los cortes?
Me los procuraba hacer en sitios donde no se vieran o los tapaba con sudadera, camiseta larga o lo que fuera. Lo escondía porque me daba miedo que la gente los viera. No era tanto como para sentir dolor en el brazo y dejar de sentir dolor interior sino que para mí era como un método de relajación.
¿Y lo hacías a menudo?
No, no. Tampoco lo he hecho mucho, era en momentos muy puntuales en los que realmente estaba mal, cuando pensaba en hacer la locura, como yo misma sabía que no era capaz, me autolesionaba. De repente un día sentir que era una cobarde y autolesionarme para relajarme. De empezar a darme ataques de ansiedad, cortarme y se me pasaba la ansiedad.
Algo que me gustaría destacar es que yo por ejemplo jamás me habría imaginado esto si tú no me lo hubieras contado. Insisto en no querer ser frívola con este tema pero quiero que quede claro que tener depresión no es algo que la gente tenga que notártelo, que hay muchas cosas que no se ven y que ahí es donde está lo realmente peligroso, ¿no? Desde mi más absoluta ignorancia sobre esta enfermedad.
Realmente ni tú ni nadie. De hecho de las personas que me despedí ni se dieron cuenta de que había sido una despedida.
Y desde que tú te abres por primera vez con esa persona que mencionabas hasta que por primera vez piensas en quitarte la vida, ¿cuánto tiempo pasa?
No, no. Yo cuando me abrí por primera vez ya lo había pensado y ya lo había intentado. En el momento en el que decidí contarlo fue cuando ya empecé a ser consciente de que efectivamente tenía que ir al médico. Hasta entonces yo no quería ir al médico porque sentía que lo que me estaba pasando no era un problema que se fuera a curar yendo al médico, que no me lo iba a solucionar, que era algo mío que yo tenía dentro y la única persona que lo iba a solucionar era yo. No quería ir donde una persona que no conocía de nada a contarle mis problemas.
Pero sí acabaste yendo.
Pero acabé yendo porque me di cuenta de que lo que me pasaba no era normal. No era el típico pensamiento que quizá puede tener alguien en un momento dado de su vida, en mi caso había llegado un momento en el que me miraba al espejo y me daba cuenta que lo que estaba pensando no era nada bueno, que no me estaba haciendo bien. Estaba en un momento en el que estaba en la m****a absoluta y entonces ya sí, asumí que tenía que ir al médico. Independientemente de que quisiera o no ir, sabía que tenía que hacerlo.
¿Y acudes al médico de cabecera?
Sí, llegué a casa un día y le dije a mi madre que tenía que ir al médico porque no paraba de pensar en esto y que tenía que ir al médico porque es que lo iba a hacer.
¿O sea tú a tu madre se lo cuentas así: tengo que ir al médico porque pienso en quitarme la vida?
No se lo dije tan claro pero sí.
¿Y que hizo o dijo ella?
No sé bien cómo explicarlo. Era un tema que a ella le hacía mucho daño y yo creo que se quedó con lo importante, que era que yo me había decidido a ir al médico.
Entonces acudes a tu médico de cabecera.
Sí, porque no quería hacer a mis padres pagar cincuenta euros cada semana por ir al psicólogo.
¿Vas tú sola?
Sí.
¿Y qué le dijiste?
Que tenía este problema, que no paraba de pensar en esto.
¿Cuando dices esto te refieres a quitarte la vida?
Sí.
¿Y qué te dice?
Que me iba a mandar al psicólogo, pero me dieron cita para muchísimo tiempo, yo la pedí en junio y me la dieron para diciembre.
¿Junio de hace cuántos años?
Junio de 2018.
¿O sea tú le dices que te quieres suicidar y te da cita para seis meses más tarde?
Sí.
¿Y esperas a diciembre?
Mi madre llamó y dijo oye mira que mi hija tiene estos pensamientos, qué hago yo con ella hasta diciembre, pero le dijeron que no podían hacer nada, no nos dieron ninguna solución. Lo bueno es que una persona decidió un día no ir o cancelar su cita y me llamaron en agosto para ir la semana siguiente, la primera semana de septiembre.
Y fuiste, entiendo.
Y fui.
¿Y qué tal la primera experiencia?
Fatal.
¿Por qué?
Porque me tocó con una psicóloga con la que lo pasaba fatal. Iba porque sabía que tenía que ir pero iba con miedo a lo que me fuera a decir. Yo llegaba a consulta y la psicóloga se pensaba que todos mis problemas venían porque yo no me veía bien con mi cuerpo y a mí me daba igual mi cuerpo, ese no era un motivo por el que yo estaba así.
¿Era uno más?
No, no, no. Este problema no me afecta, obviamente me gustaría tener un cuerpo de modelo, a lo que llamamos modelo, pero en este caso no era lo que me afectaba. Ella hizo que me traumatizara por mi cuerpo porque yo llegaba allí y me decía que le contara lo que me pasaba y me preguntó que cuánto pesaba, y yo le dije que ni idea porque no era algo a lo que yo le diera importancia. Me preguntó que si quería pesarme y le dije que no porque era algo que me era indiferente, y aún así me hizo pesarme. Yo iba al psicólogo cada semana y pensaba otra vez al psicólogo, otra vez a pesarme, porque era así.
Vamos que sentías que perdías el tiempo.
Sí que hablábamos de los temas pero ella asociaba que todos mis problemas eran de mi cuerpo entonces que en el momento que yo empezara a hacer ejercicio, adelgazara y me viera mejor a mí misma, que todos mis problemas se iban a solucionar. Pero ese no era mi problema. Lo bueno es que al final se jubiló y me pusieron con otro, que menos mal, de verdad que es la mejor persona que conozco en el mundo.
¿Cuánto tiempo pasó hasta que se jubiló?
Empecé a ir en septiembre y se jubiló en enero, pero hasta marzo no empecé con el chico nuevo, así que estuve dos meses sin ir al psicólogo.
¿Y qué tal con él?
No es como si ir por primera vez al psicólogo porque él ya tenía todos los informes de la anterior, pero con él empecé de alguna manera de cero.
Le dirías que lo del peso no tenía que ver.
Claro, de hecho él ni me sacó el tema del peso porque claro obviamente yo empecé a contarle mis problemas y él en ningún momento asoció mi problema con el peso. En ningún momento hablamos del tema del peso, sí que me preguntó una vez al principio que qué opinaba de mi cuerpo y yo le dije que no era un cuerpo de lo que se asociara con un diez y que era consciente de que debería adelgazar, pero nunca más hemos vuelto a hablar del peso. Ahí estarán los pesos de mis semanas en los informes.
¿En qué momento te dicen que tienes depresión?
Llegó un momento en el que él se fue de vacaciones y yo estuve un mes sin ir y en ese momento yo no sé por qué volví a tener pensamientos malos. O sea realmente nunca había dejado de tenerlos pero durante la terapia con él era algo que lo había dejado ahí, como que no era el momento, que siempre podía tener otro momento. Cuando volvió de vacaciones se lo dije y me dijo que tenía que mandarme al psiquiatra, que él no podía medicarme y a la semana siguiente fui al psiquiatra y fue quien me dijo que tenía depresión y que me tenía que medicar. Me explicó que si en algún momento tenía estos pensamientos que antes de empezar a hacer nada que lo que tenía que hacer era llamar a emergencias o ir directamente a urgencias y decir que tenía esos pensamientos. Y yo ahí pensaba que si quería hacerlo, no iba a llamar a nadie. Pero me dijo eso que el protocolo en esos casos era ese, que seguramente no lo fuera a hacer y que la gente no lo hace pero que sí que debe haber gente que lo hace, darse cuenta que está pensando en algo que no debe y llamar. Entonces me dio esos pasos y me recetó las pastillas.
¿Y dejaste de ir al psicólogo para pasar a ir al psiquiatra?
No, el psiquiatra me dijo que como llevaba unos meses muy bien con mi psicólogo, que en lugar de cambiarme con él y empezar a hacer el proceso entero con él, podía seguir con mi psicólogo y verle a él cada cierto tiempo para el tema de la medicación. Entonces eso hice, yo seguí con mi psicólogo y cada tres o cuatro meses iba con él y me decía que qué tal, lo básico. En consulta con el psiquiatra estaba muy poco, no creo que llegara a media hora.
¿Cuántas pastillas?
Yo empecé con unas que tenía que estar uno o dos meses, no recuerdo bien, tomando cincuenta gramos y en el momento en que pasara ese tiempo, tenía que pasar a tomar cien. Y pues durante todo este tiempo he estado tomando cien gramos, una pastilla al día y a la misma hora.
¿Y nunca has dejado de tomártela? ¿Un día, una semana o un mes?
No, no, no. O sea la he tomado todos los días, lo que no puedes hacer es si un día se te olvida tomarte dos al día siguiente. En todo este tiempo se me ha olvidado como mucho un día.
¿Y tú notabas que las pastillas te hacían algo? ¿Sentías que cuando estabas mejor era por las pastillas?
A mí el psiquiatra y el psicólogo siempre me han dicho que las pastillas no van a solucionar mis problemas y a día de hoy así lo creo. Yo sí que he notado que las pastillas me han ayudado pero no creo que hayan sido las pastillas las que han ayudado a solucionar parte de mis problemas. Si yo voy al médico de cabecera y le digo que estoy mal también me puede recetar antidepresivos y no voy a mejorar por tomármelos, pero si pongo de mi parte y voy a terapia como he hecho, sí. Creo que en mi caso ha sido el conjunto de todo, no creo que hayan sido sólo las pastillas.
¿Vale entonces tú con el psicólogo empiezas en marzo de 2019 y has estado con él hasta? ¿O sigues con él?
Sigo con él.
¿Y sigues yendo una vez a la semana?
No, no. Ya no. La última vez que he ido ha sido hace tiempo.
¿Hace tiempo cuánto es?
La última vez que fui, que fue justo antes de Navidad, me dijo que creía que ya estaba en un proceso de estar mejor y que creía que no necesitaba un psicólogo todas las semanas, que sí que necesitaba terapia pero una terapia más larga en el tiempo, de vernos una vez cada ciertos meses y poderme desahogar. Llegamos al acuerdo de que yo tenía que empezar a vivir sin estar pensando en que ante cualquier problema pudiera pensar que me daba igual porque iba a ir al psicólogo e iba a poder hablarlo con él y él me iba a poder ayudar. Quería que me enfrentara sola ante los problemas aunque me dijo que si veía que estaba muy mal o que volvía para atrás, que sólo tenía que llamarle, pero que si no, le llamara en un par de meses para terapia.
¿Y le has llamado?
De momento no.
Y han pasado más de tres meses.
Exactamente.
¿Y hasta esa última sesión sí que habías estado yendo una vez a la semana?
Sí. Bueno, las últimas veces igual iba cada quince o cada veinte días.
¿Nunca tardabas más de un mes?
No, más de un mes no he estado nunca. Las únicas veces que he tardado más de un mes era en agosto porque me iba al pueblo y la última sesión la hacía el día antes de irme y la siguiente al día siguiente de volver. Eso era hasta ahora lo máximo que había estado sin ir.
O sea que ahora que llevas más de tres meses sin ir, cuando nunca has estado más de uno, significa que la mejoría es notoria, entiendo.
Hay días que pienso: ojalá pudiera ir mañana.
¿Pero porque sientes que necesitas que él te diga lo que hacer ante situaciones o porque te sentías bien contándole he hecho esto, esto y esto y sabías que él te iba a decir pues hazlo así así o así?
Hay momentos en los que he necesitado que me dijera que estaba actuando mal.
¿Pero tú sabías que estabas actuando mal y necesitabas que te lo dijera?
Es que tampoco me dice que lo estoy haciendo bien o mal, yo con él he trabajado muchísimo empatizar con el resto de personas y no ser tan cabezona cuando discuto con alguien, saber que también existen el resto de opiniones. Entonces ha habido días que he dicho que le tenía que llamar, en alguna situación lo he pasado un poco mal y he estado a punto de llamarle pero me decía a mí misma que tenía que intentar solucionar los problemas sola y así lo hice.
Necesitabas comprobar a ver si sin llamarle eres capaz y mira, has sido. También necesitas ponerte a prueba tú.
Claro, eso es lo que quiero. Aprender a no tener que depender de él. Al principio me daba miedo, el día que me lo dijo yo no me lo podía creer, tenía en mi cabeza que no iba a poder pero él confiaba plenamente en mí.
Pero quizá si él no te llega a decir nada tú nunca le habrías dicho de intentarlo.
Eso es lo que me dijo él. Me lo decía porque a él algo le decía que yo iba a ser capaz de hacerlo, además me insistió en que si necesitaba algo, sabía que él iba a estar ahí. Pero aún así yo ese día salí del psicólogo como si tuviera que enfrentarme al mundo sola, una sensación de decir ahora no tengo una próxima cita, porque siempre salía diciendo tengo cita tal día y todo lo que me pase estos días lo voy a ir dejando ahí para que cuando vuelva contarle mis problemas a él y él me ayuda.
Y así no te enfrentabas nunca, porque una semana, quince días o el mes de agosto se los podías contar, pero el no saber cuándo ibas a volver te hizo tener esa sensación de enfrentarte al mundo sola.
Exactamente.
Pero es que algún día tenía que llegar, algo vería él ese día porque te lo dijo ese día y no un mes ni quince días antes.
Efectivamente, algo vio que me dijo eso y ahora mismo estoy enfrentándote al mundo sola.
Eso te iba a decir, ahora que llevas enfrentándote al mundo sola más de tres meses, supongo que ese día no te esperabas estar así tantos meses después, ¿no?
Para nada, de hecho salí ese día del psicólogo pensando que después de Reyes le iba a llamar.
Pero el tiempo ha ido pasando y sin querer como que al final, como te dejó la puerta abierta, tú has sabido que si no podías enfrentarte sola, le llamabas y ya está.
Esa es la sensación que tenía. Cuando salí ese día de allí sabía que tenía que enfrentarme al mundo sola pero dentro de mí pensaba que en cuanto me pasara algo, le iba a llamar porque no sabía si iba a estar preparada. Pero bueno, han ido pasando cosas porque han pasado cosas, pero he sabido pensar y decidir no llamarle porque esto es una bobada, ante esto me puedo enfrentar sola.
¿Crees que no le has llamado porque todo han sido bobadas, o por qué?
Realmente cuando empecé a plantearme tener que ir al psicólogo, a mí me afectaba absolutamente todo, yo me podía enfadar por cualquier tontería y encima llevarlo a un extremo de estar dos meses enfadada. Ahora soy más pasota.
Bueno pero no le has llamado, que es lo importante.
No quiero llamarle, y si lo hago va a ser un día que esté bien y porque necesite desahogarme y porque simplemente me apetece ir a terapia. El día que vaya le voy a contar todo lo que me ha pasado durante este tiempo.
¿Lo tienes apuntado en algún sitio?
Sí.
¿Lo bueno y lo malo o sólo lo malo?
Lo malo, lo bueno no lo apunto.
¿No apuntas que hoy en el día te han pasado tres cosas buenas, por ejemplo?
No.
Pues empieza a hacerlo.
Sí que apunto por ejemplo si hago algo, ahora con este tema de la pandemia tampoco es que pueda hacer muchas cosas, pero si hago algo diferente, si quedo con algún amigo o algo, lo apunto.
Pero aunque no quedes con amigos, en el día, tres cosas buenas te han podido pasar, tienes que apuntarlas.
Las apuntaré.
Cuando te pase algo malo o malísimo, lo apuntas, pero seguido apuntas tres buenas de ese día, que las habrá, seguro, por pequeñas que sean. Para saber que no todo es malo.
Cuando hago videollamadas con amigos o cuando viene mi sobrina a comer, también lo apunto. No apunto más cosas porque tampoco es que me pasen muchas más cosas.
¿Y luego donde él vas con esos apuntes o te los aprendes?
Nunca he ido con apuntes porque iba cada poco entonces lo que me había pasado lo sabía.
¿Pero ahora, si volvieras a ir después de tanto tiempo?
Los llevaría, los llevaría porque me han pasado cosas en las que creo que he actuado como tenía que actuar y otras cosas que igual podía haber hecho otra cosa. No por mí, porque ahora realmente actúo pensando en mí. Una cosa que hacía antes era pensar en todo el mundo menos en mí y a día de hoy pienso en mí y en lo que yo quiero, si me apetece bien y si no también, no voy a hacer algo porque alguien quiera que lo haga. Habrá momentos en que sí, no me importa hacer algo por algún amigo porque a ese amigo le apetece y a mí no, pero no al nivel de antes. He aprendido a no hacerlo.
¿Gracias a tu psicólogo?
Sí, sí. Eso me lo ha enseñado él.
¿Dirías que él te ha cambiado la vida?
Absolutamente. Yo creo que si llego a seguir con la anterior, no estaría aquí, lo tengo clarísimo además.
O sea que te ha salvado la vida literal.
Me la ha salvado, me la ha salvado.
¿Y te han quitado las pastillas a la vez que has dejado de ir al psicólogo?
No, la última vez que fui al psiquiatra no sé si fue en octubre o en noviembre, no lo recuerdo exactamente, me dijo que como iba a seguir yendo a consulta de mi psicólogo, él iba a estar ahí pero que íbamos a empezar a quitar las pastillas y claro, ahí también pasé mucho miedo. Porque yo cuando aquello sentía que si me quitaba las pastillas iba a volver a ir para atrás.
O sea tú en ese momento sentías que tu mejoría era gracias a las pastillas, porque si te daba miedo que te las fuera a quitar...
Sí, sí, sí. Yo ahí decía madre mía me va a quitar las pastillas y voy a volver otra vez a la m****a. Y era mi miedo, porque había mejorado muchísimo. Le dije que no quería y él me dijo que aunque no quisiera, me las iba a quitar. No me lo dijo así pero me estuvo explicando en qué consistían las pastillas, el efecto que hacen, y dije vale bueno, para adelante. Me escribió en un papel todo lo que tenía que hacer y me dijo que en el momento en el que estuviera confiada de empezar a hacerlo, lo hiciera. Que a partir de enero lo podía hacer en el momento que yo quisiera pero que las instrucciones que él me daba tenía que cumplirlas.
¿Pero si te lo dijo en noviembre por qué no podías quitártelas hasta enero?
Me explicó el tema de las pastillas, lo que le ocurre al cerebro con la serotonina, la hormona de la felicidad, cuando tienes depresión, lo que ocurre y realizan las membranas y bueno un proceso que no te sé explicar. Pero resulta que al parecer y muy resumido para que las pastillas hagan su efecto hay que dejarlas actuar como un año desde el momento en el que te encuentras mejor y entonces yo le dije que yo me encontraba mejor, que más o menos llevaba desde enero de 2020 sin tener esos pensamientos, que estaba mucho mejor y entonces por eso me dijo que antes de enero no. Y lo que he ido haciendo es el primer mes alternaba un día cien gramos otro cincuenta, el siguiente mes todo el mes cincuenta, el siguiente mes cincuenta nada cincuenta nada, que es el que estoy ahora y el mes que viene ya nada.
O sea en realidad tenías miedo de dejar el psicólogo, las pastillas, pero si ellos no te hubieran dicho de dejarlo, tú nunca habrías dejado de ninguna de las dos cosas.
No, claro.
¿Cómo era un día normal antes desde que te levantabas hasta que te acostabas, que tenías esos pensamientos y cómo es ahora que estás mejor?
Antes me levantaba y me levantaba porque decía es que no voy a estar todo el día en la cama, pero realmente era lo que quería. Me habría pasado meses y meses en mi cama. Me levantaba por obligación y era un ente, iba al baño, me sentaba en mi silla a llorar y a esperar a que fueran las doce de la noche para irme otra vez a la cama. He llorado muchísimo y he de decir que es muy muy bueno hacerlo.
Y ahora, ¿en qué ha cambiado?
Ahora es totalmente diferente, antes yo me pasaba en mi habitación todo el día, me levantaba, me sentaba en mi silla y me ponía a mirar por la ventana cómo volaban los pájaros durante todo el día. Ahora me levanto y me pongo a hacer cosas, recojo la habitación, recojo la casa, hago cosas con el ordenador, etcétera. Ahora ya no estoy nada en mi habitación.
¿Y ya nunca se te ha vuelto a pasar por la cabeza?
No.
¿Ahora sientes que tienes un motivo por el que estar aquí?
Ahora no es que piense en que tenga un motivo o no porque realmente me queda mucho trabajo por hacer pero no es el mismo pensamiento de antes. Antes era horrible, fatal, yo me iba a la cama pensando otro día más, a ver si con un poco de suerte no me levanto mañana y es que me levantaba al día siguiente y yo decía joe otra vez aquí, otra vez despierta.
¿Y tenías pesadillas con que te morías?
Dormía muy mal, creo que nunca soñé con nada de eso o por lo menos no lo recuerdo pero dormía fatal, igual dormía tres horas como mucho, me despertaba muchísimas veces, me acostaba y estaba cuatro horas dando vueltas pensando y llorando muchísimo. Por la mañana me levantaba y miraba el reloj y ponía que había dormido tres horas, y sólo treinta minutos profundamente. Y así todos los días, un día tras otro, no había diferencia entre un día y otro, todos los días lo mismo, la misma historia.
¿Aunque quedases con algún amigo o algo?
Es que yo cuando estaba así dejé de quedar con absolutamente todo el mundo, el único lugar seguro para mí era mi habitación. Todo lo que fuera no estar en mi habitación era horrible, lo pasaba muy mal y sí que había días que me obligaba a quedar porque igual llevaba un mes sin ver a una persona e igual me decía que qué estaba pasando.
E ibas por no tener que decirle lo que te pasaba, ¿no?
Claro. Y cuando salía intentaba que se me notara lo menos posible, me ponía mi coraza y que nadie me notara que estaba mal.
¿Crees que has perdido a gente por no contarlo o porque no entendieran lo que te pasaba?
Puede que suene fuerte, pero creo que he perdido a más gente por contárselo que por no hacerlo. Hay gente a la que no se lo he contado que sé que al leer esto va a querer hablar conmigo, pero que van a seguir estando en mi vida y yo en la de ellos.
Me consta que hay gente que lo sabía y a la que no has perdido.
Cuando alguien cuenta este tipo de cosas, la gente no está preparada para escucharlas, la gente no está preparada para este tipo de problemas de salud, que al final es lo que son. Se cuenta porque se necesita contar a alguien porque se necesita desahogar, pero lo que haces es preocupar a esas personas y, sin querer, provocas que todo lo que dices, lo asocien a que tú vas a hacerlo. Les pones en una presión que ojalá se educara para que no pasasen, de verdad.
Has dicho que tendrían que educar, ¿qué harías si algún familiar o alguien cercano te dijera que tiene depresión o que tiene pensamientos como los que tú tenías?
No sé qué haría, pero yo no soy la persona que pueda ayudarles aunque sí que lo intentaría hacer contándoles mi caso. Es muy difícil ayudar a estas personas porque lo primero que hay que hacer es no huir de ellas, porque cuando una persona huye de ti por este tema es muy duro. Porque si tú ya piensas que eres una m****a y que todo lo que haces lo haces mal, que una persona que te importa tanto y que es tan importante para ti, huya, es lo peor que te puede pasar. Se dice mucho lo de contigo en las buenas y en las malas, pero en las malas no es haber suspendido un examen; las malas es esto, y en las malas no todo el mundo está.
Igual hay gente que por miedo o con intención de querer ayudarte han hecho lo contrario inconscientemente. Y me incluyo.
Las personas que eran más importantes para mí creen que era por llamar la atención, así que no te sabría decir. La gente que realmente ha querido ayudar, yo he sentido que quería hacerlo aunque no supieran cómo. No hay nada para decirle a una persona que tiene una enfermedad mental porque solamente las personas especializadas en este tema son las que pueden ayudar a hacer una cosa o a hacer otra.
Tu experiencia, que lo has vivido, también servirá, ¿no?
Yo puedo explicar mi experiencia y ayudar en lo máximo que pueda pero creo que lo más importante para las personas que tienen una enfermedad mental es sentir que tienen a alguien apoyándoles. Tienes que estar, yo en mi caso no quería que la gente me estuviera preguntando todo el tiempo que qué tal, la gente que tiene una persona así no puede estar preguntando todo el día que qué tal porque sabe la respuesta, yo puedo decir bien pero es mal. No es preguntar qué tal, es decir vamos a hacer algo, o por ejemplo yo que estaba en mi habitación encerrada todo el día en vez de decirme vamos a salir, vamos a hacer esto o lo otro, me habría bastado con haber venido un día a estar conmigo en la habitación encerrada o coger un día y decirme venga voy a estar contigo y mañana voy a volver a venir y en vez de estar en tu habitación vamos a salir al portal.
Claro, que eso es algo que tú sí sabrías hacer con alguien que te contara que tiene el mismo problema que tú. Sabrías actuar mejor que otra persona que no lo hayamos sufrido.
Posiblemente, de hecho ahora hablo con personas que tienen problemas de estos e intento ayudar. Sobre todo sé las cosas que no tengo que decir. Por eso digo e insisto en que es un tema muy tabú, la gente cuando le dices que has intentado suicidarte o que quieres hacerlo te llama loca, pero luego sin embargo cuando alguien tiene otro tipo de enfermedad la gente no dice ay esta loca, dice ay pobrecitos y con el tema de la salud mental la gente te aparta simplemente por tener estos problemas. La gente no está preparada para hablar de estos temas y es algo que se debería educar desde bien pequeños. Existen estos problemas, no tienes que estar feliz todo día, puedes estar mal. Y te educan desde pequeño a que tienes que estar bien, te dicen que en casa puedes estar mal, pero que cuando salgas a la calle que nadie te vea mal. ¿Cuántos años he tenido que fingir yo estar bien? De hecho lo sigo haciendo, ahora a día de hoy puedo decir que estoy empezando a ser un poco feliz, pero yo llevo sin ser feliz años y años y tú vas a personas con las que tengo relación y les preguntas y te dicen que conmigo es con la persona que más se ríen o la persona con la que mejor se lo pasan. No creo que si tú vas a cualquier persona a preguntarle que si he estado mal, te vayan a decir que sí.
¿En el pueblo era diferente?
Para mí el pueblo era mi cura, me relajaba, en el pueblo eran los únicos momentos en los que no pensaba en eso. Quizá en agosto que eran más días sí que lo pensaba, después de un año de pensarlo constantemente, entonces sí que es verdad que yo en el pueblo no lo pensaba tanto pero cuando iba mucho tiempo sí. Mi cabeza estaba en el pueblo, no estaba pensando constantemente qué hago aquí, como me pasaba en Madrid.
El pueblo cura.
Seguramente si yo no hubiera tenido el pueblo, tampoco estaría aquí. Yo estaba aquí un mes, me iba al pueblo dos días y ya venía como más relajada, decía venga que todavía hay esperanzas, que puedes salir. Hubo una época en la que iba muchísimo al pueblo y todo el mundo me decía que qué bien vivía o que de mayor querían ser como yo y claro, yo por dentro pensando, si supieras como estoy no creo que te quisieras cambiar por mí.
Ahora que estás mejor, ¿crees que se puede salir de una depresión?
No sabría decirte, sé que dicen que de muchas enfermedades mentales no se sale nunca. Pero no te sabría decir si en algún momento llegaré a salir de esto.
De 0 a 10, que entiendo que estuviste en un -100, ¿cómo dirías que estás ahora?
Qué difícil esta pregunta. Teniendo en cuenta que estuve en -100, sí, ahora diría que estoy entre un 1 y un 2.
Todavía.
Sí...
No, que está bien, es la realidad.
Me queda muchísimo.
Pero por trabajar sola.
Sola y con ayuda de vez en cuando, pero sola. Me queda muchísimo.
¿Cómo crees que se lo tomara gente cercana que no lo sabía?
Tengo miedo a la reacción de mucha gente, hay gente que sí sabía que yo estaba mal pero no hasta qué punto. Mucha gente se estará enterando ahora, me da miedo de la gente que pueda decir algo malo, que me juzguen o que la gente diga que por qué lo cuento ahora y no hace dos años. Yo lo cuento ahora porque es cuando estoy mejor, más fuerte, y me siento preparada para hacerlo. Todavía no estoy bien, ni puedo decir que he superado la depresión, la sigo teniendo, sigo teniendo ansiedad, sigo teniendo problemas, lo que pasa es que ahora me siento con fuerzas de decir que lo he hecho y, lo más importante, que creo que contando mi caso puedo ayudar a gente. Porque si la gente busca datos, se suicidan diez personas al día y se estima que otras doscientas lo intentan. Eso es muchísimo, es una barbaridad. Que está a la orden del día, tú puede que no te enteres pero porque la gente tiende a no contarlo por miedo a ser juzgados. Yo no se lo contaba a la gente porque sabía que o me iban a juzgar o que no me iban a creer. Lo peor es que no te crean. El sentimiento de decirlo y que no te crean, es horrible. Y seguramente haya gente que lo lea y diga que esta qué dice, si estábamos de fiesta todos los días en verano. Pero nadie sabe lo que realmente yo he pasado.
Hace dos años yo no te lo ofrecí, y hace dos años no estabas preparada, has dejado bien claro que es porque ahora estás mejor.
Sí, además cada persona tiene sus tiempos, sus intervalos de bien, de mal, y decide cuándo puede hablar y cuándo no. Realmente de mi boca lo sabía muy poca gente. Estoy fuerte mentalmente y antes sí que me podía afectar todo lo que me dijeran sobre este tema pero a día de hoy no, todo lo contrario, me ayuda el haberlo soltado y no tener que estar escondiéndome de nadie.
No creo que haya personas en la vida capaces de juzgar esto.
Lo que no quiero es que se cuchichee y que le afecte a mi familia, a mí este tema me da igual y si viene alguien y me dice que por favor le hable de este tema porque tiene a alguien cerca a la que le afecte, lo voy a hacer encantada, sea quien sea, como si es alguien con quien no he hablado en mi vida, porque quiero ayudar. Lo que me dolería muchísimo sería que le afectara a mi familia, a mi madre sobre todo. Mi madre lo pasa muy mal con este tema, le he dicho que iba a hacer la entrevista y se me ha puesto a llorar.
¿Te ha dado algún ataque de ansiedad en estos meses sin ir al psicólogo?
Sí, claro. Hablando con una amiga hace poco le hablé sobre este tema y al recordar lo mal que lo he pasado, me dio un ataque.
O sea que igual cuando colguemos te da otro ataque, porque llevamos más de dos horas removiéndolo...
No, no. Estoy bien, estoy fuerte. Sabía lo que quería contarte, sabía lo que iba a hacer, estaba nerviosa por hacerlo porque no sabía cómo hacerlo, pero bien. El día del ataque me tomé la pastilla para la ansiedad, porque pastillas para la ansiedad tengo, me la tomé y se me pasó. Y cuando me autolesionaba también me tomaba las pastillas, no era que me cortara y se me pasara, me daba el ataque de ansiedad, me tomaba la pastilla, me encerraba en el baño, cogía la cuchilla, me cortaba y me relajaba. Para mí era como cuando te pones música y se te acaba pasando.
Para ir finalizando, algún mensaje que quieras dejar.
Quiero insistir y recalcar lo importante que es que se eduque a la gente sobre salud mental desde bien pequeños.
Hubo mucha gente por ejemplo que criticó la serie de Por trece razones, por los motivos que hicieron a la protagonista querer suicidarse, y creo que la gente debería dejar de juzgar a otras personas porque igual a ti te afecta vamos a poner a mí por ejemplo me dice una persona que es que todos mis problemas son porque estoy gorda pero igual una persona le dices que está gorda y al día siguiente se tira por la ventana. A la gente le gusta mucho juzgar a otras personas por sus creencias. Es que yo creo, es que yo pienso, y eso es un error. Tú no sabes, no me conoces, no sabes lo que a mí me afecta. Entonces yo creo que hay que trabajar mucho en eso. Y yo también lo hago, ¿eh? Es algo que he trabajado, he mejorado en la empatía muchísimo, aunque es evidente que no soy cien por cien empática o que a veces me cuesta serlo, pero he mejorado muchísimo. A día de hoy siempre intento, digo vale entiendo tu postura pero necesito saber la de la otra parte, cosa que antes no hacía. Procuro que cuando alguien me cuenta algo ponerme en el lado de las dos personas, por muy bien o muy mal que me caigan. Es algo que se debería trabajar, la sociedad, no sé si en algún momento llegará a algo, espero que sí.
Es un tema muy tabú es como que si hablas de ello estás incitando a la gente a que lo haga y yo creo que es todo lo contrario. La gente no tiene medios, tú o sea evitas contárselo a la gente porque te van a juzgar o tachar de loca entonces no aguantas más y coges y lo haces. Vale que tú no des las maneras en las que puedes suicidarte, la gente que quiere hacerlo sabe cómo puede hacerlo, y las formas que hay.
¿Creo que no hace falta hacer la pregunta pero, te arrepientes a día de hoy de no haberlo hecho?
A día de hoy estoy feliz de no haberlo hecho, sí. Pero en su día me arrepentí muchísimo como he dicho antes, me llamaba de todo por no haberlo hecho, me miraba al espejo y decía: qué cobarde eres.
Sé que es un 2 de 10 todavía pero, ¿no sientes que te apetece vivir, moverte, conocer el mundo?
Sí, ahora me apetece hacer muchísimas cosas. Todo el tiempo que puedo quedar con mis amigos, quedo. Y ahora por la pandemia no puedo hacer mucho pero sí, me queda mucho como por ejemplo poder volver a trabajar.
¿No te ves capaz de trabajar de nada, ni de algo que te guste?
A día de hoy creo que sí soy capaz de hacerlo pero me da miedo.
¿Miedo a qué? ¿A rechazo, a que te agobies?
Pues no sé, miedo un poco a todo. Pero eso sé que es por la ansiedad.
Pero es normal, dos años sin trabajar...
Antes tampoco me veía, pero es que antes ni para salir a la calle. Me ha costado muchísimo. Yo antes rechazaba todos los planes, eso ya lo he mejorado porque lo he trabajado y creo que ahora es el momento para poder empezar a trabajar en algo que me pueda hacer trabajar más. De hecho tengo que decir que hace quince días me apunté al paro otra vez.
Muchas gracias por abrirte, María. Has sido muy valiente, mucho más de lo que tú te crees.
Lo último que quiero decir, porque sé que estas personas lo van a leer, de hecho una eres tú, es gracias. Gracias a la gente que ha estado ahí conmigo, que no ha estado preguntándome todo el día que qué me pasaba o que si estaba mejor; que simplemente ha estado. Quiero agradecerles y decirles que han ayudado a que hoy esté yo aquí hablando contigo, que tú eres una de esas personas para que te des por aludida, vaya. Nunca os pedí que me preguntarais, sí que lo agradecía de vez en cuando pero es que no hacía falta preguntar que qué tal porque ya sabíais cómo estaba.
Hablo por mí y supongo que por el resto, pero es que era muy difícil, en mi caso no sabía si era bueno hablar, si no, si preguntar, si no. También ha sido duro muchas veces sobre todo por no saber cómo actuar, por miedo.
Lo único que hay que hacer es estar, igual que cuando una persona lo dejo con su pareja o lo que sea, no tienes que estar preguntando qué tal, yo no te voy a agradecer que me preguntes qué tal cada uno o dos días, pero el que hayas estado ahí conmigo y hablando conmigo y diciéndome vamos a salir, vamos a hacer esto o lo otro, hablando de fútbol o de lo que sea, sí. Haber estado, simplemente. Y yo haber sabido que estabais.
Y para terminar, un mensaje especial para tu madre, que entiendo que en el anterior saco has incluido a tus amigos y familiares, pero creo que tu madre merece su mención especial en solitario. Qué le dices a tu madre.
Ay, mi madre. ¡Qué le digo a mi madre! Es que ella lo ha pasado muy mal, no sabría qué decirle, lo único que le puedo decir es que lo siento por hacérselo pasar tan mal, que no ha sido queriendo, que me ha tocado tener esta enfermedad como me podía haber tocado otra. Yo no quería que lo pasara mal ni quiero que lo pase mal porque creo que ya estoy lo suficientemente bien como para que esto le siga afectando. Simplemente quiero que esto no le perjudique a ella y ya está. Y que la quiero; que la quiero mucho.
¡Chapó, amiga! ¡Chapó por María también!
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias de corazón!
EliminarEnhorabuena a las dos! Raquel, estás haciendo un trabajo impecable, sobre todo por dar visibilidad a problemas tan importantes como es la salud mental. Maria, no tengo la suerte de conocerte pero me pareces una mujer valiente y fuerte. Sé que no habrá sido fácil hacer público tu testimonio, pero realmente creo que te va a beneficiar. Hay muchas creencias erroneas sobre la depresión y otras enfermedades mentales. Creo que ni el sistema ni la sociedad están preparados (con esto no quiero generalizar). Falta compresión y mucha empatía.
ResponderEliminarEl bienestar sin salud mental no existe y esto tiene que quedar muy claro.
Podría estar horas hablando sobre este tema, pero ya voy terminando...
Debemos normalizar haciéndo visible la realidad de las personas que lo sufren.
Infinitas gracias por tus palabras, Andrea. De corazón.
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